Живопись Испании. Веласкес. Корнева В.В. - 3 стр.

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El artista y su época
El culto por el equilibrio, la antigüedad y el humanismo del Renacimiento
dio paso al paréntesis manierista y, ya en el siglo XVII, a la cultura barroca. Era
el triunfo del movimiento, el adorno y el desequilibrio, aunque eso no suponía
necesariamente la falta de elegancia o de proporción. Este estilo, vinculado a la
contrarreforma, ofrecía una singular sensibilidad religiosa que llevaba el sello de
lo fastuoso. En su relación con lo profano y cortesano, donde se expresa el
absolutismo monárquico, se manifestaba en forma de fabulosos salones marco
brillante para los palacios reales, y en las obras de arte para ellos realizadas. En
el campo del pensamiento, se impuso el racionalismo, la lógica matemática y el
empirismo como método científico.
En España, el siglo del barroco produjo en el mundo de la cultura un
abundante número de obras y creadores de gran trascendencia: las
manifestaciones del llamado Siglo de Oro.
Uno de estos geniales representantes fue Miguel de Cervantes, que en
1605 publicó en Madrid la primera parte del Quijote.
En el panorama de las letras españolas emergieron dos corrientes
sumamente representativas de la cultura barroca, pero opuestas en el fondo y en
la forma. Una de ellas, el Culteranismo, tuvo como padre a Luis de Góngora y
Argote, capellán de palacio. La corriente opuesta al Culteranismo es el
Conceptismo, de la que fue padre y cultivador don Francisco de Quevedo, poeta
excelente y habilísimo prosista satírico.
En 1616 fallecía William Shakespeare, el genio del teatro inglés y
universal. En España el teatro se veía impulsado por la afición a las artes del
Rey Felipe IV. Lope de Vega fue el gran renovador de la escena, apoyándose en
asuntos del gusto del momento, como la religiosidad popular, el sentimiento del
honor, el respeto a la monarqía o el pasado glorioso de Epaña. Pero en el
panorama dramático español no faltaron otros nombres de peso, como Francisco
de Rojas, Tirso de Molina y, después, Calderón de la Barca.
La arquitectura del XVII fue un elemento de la contrarreforma y nació en
Roma con la iglesia de "Jesús" de Vignola, continuando con las obras de la
basílica de San Pedro, en la que trabajaron Maderna y Bernini. En Italia,
Caravaggio había revolucionado la pintura, introduciendo personajes plebeyos y
el sentido del natural, además de una iluminación tenebrista con profundos
contrastes del claroscuro. Este artista ejercería una importante influencia en la
pintura española, y muy concretamente en los primeros pasos de Diego
Velázquez.
Dentro de los artistas que se hallaban en España por estos años destaca
Domenico Theotocópulos, El Greco. Tenía éste peculiar sentido del cromatismo
y una técnica que ofrecía un resultado pictórico sin precedentes y totalmente
original.
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                             El artista y su época

       El culto por el equilibrio, la antigüedad y el humanismo del Renacimiento
dio paso al paréntesis manierista y, ya en el siglo XVII, a la cultura barroca. Era
el triunfo del movimiento, el adorno y el desequilibrio, aunque eso no suponía
necesariamente la falta de elegancia o de proporción. Este estilo, vinculado a la
contrarreforma, ofrecía una singular sensibilidad religiosa que llevaba el sello de
lo fastuoso. En su relación con lo profano y cortesano, donde se expresa el
absolutismo monárquico, se manifestaba en forma de fabulosos salones marco
brillante para los palacios reales, y en las obras de arte para ellos realizadas. En
el campo del pensamiento, se impuso el racionalismo, la lógica matemática y el
empirismo como método científico.
       En España, el siglo del barroco produjo en el mundo de la cultura un
abundante número de obras y creadores de gran trascendencia: las
manifestaciones del llamado Siglo de Oro.
       Uno de estos geniales representantes fue Miguel de Cervantes, que en
1605 publicó en Madrid la primera parte del Quijote.
       En el panorama de las letras españolas emergieron dos corrientes
sumamente representativas de la cultura barroca, pero opuestas en el fondo y en
la forma. Una de ellas, el Culteranismo, tuvo como padre a Luis de Góngora y
Argote, capellán de palacio. La corriente opuesta al Culteranismo es el
Conceptismo, de la que fue padre y cultivador don Francisco de Quevedo, poeta
excelente y habilísimo prosista satírico.
       En 1616 fallecía William Shakespeare, el genio del teatro inglés y
universal. En España el teatro se veía impulsado por la afición a las artes del
Rey Felipe IV. Lope de Vega fue el gran renovador de la escena, apoyándose en
asuntos del gusto del momento, como la religiosidad popular, el sentimiento del
honor, el respeto a la monarqía o el pasado glorioso de Epaña. Pero en el
panorama dramático español no faltaron otros nombres de peso, como Francisco
de Rojas, Tirso de Molina y, después, Calderón de la Barca.
       La arquitectura del XVII fue un elemento de la contrarreforma y nació en
Roma con la iglesia de "Jesús" de Vignola, continuando con las obras de la
basílica de San Pedro, en la que trabajaron Maderna y Bernini. En Italia,
Caravaggio había revolucionado la pintura, introduciendo personajes plebeyos y
el sentido del natural, además de una iluminación tenebrista con profundos
contrastes del claroscuro. Este artista ejercería una importante influencia en la
pintura española, y muy concretamente en los primeros pasos de Diego
Velázquez.
       Dentro de los artistas que se hallaban en España por estos años destaca
Domenico Theotocópulos, El Greco. Tenía éste peculiar sentido del cromatismo
y una técnica que ofrecía un resultado pictórico sin precedentes y totalmente
original.