Leamos en Espanol. Крючкова В.В. - 40 стр.

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10. EL PINTOR
Vamos a ver: tres Picassos, dos Dalís y un Miró. <¿Es todo?
Sí. Es lo que me encargaron. ¿Los tienes?
El joven sacó los cuadros de un armario y se los entregó al viejo.
Toma. ¡Cuidado! —dijo, un poco nervioso.
¿Qué pasa, tío?. ¿No están bien secos? — preguntó el viejo.
Claro que están secos, hombre. Los pinté hace más de seis meses.
Te han quedado estupendos. ¡Qué tío eres! ¡Es imposible ver que no son
auténticos!
¡Ha hablado el experto!
El viejo no le hizo caso. Envolvió los cuadros con cuidado.
Esta acuarela de Miró es preciosa dijo mientras la envolvía.
Puede ser que sea preciosa, pero desde luego no es una acuarela. Es un
gouache dijo el joven irritado . Bueno, tengo que terminar el cuadro de
Juan Gris.
Ya me voy Los cuadros no eran muy grandes y el viejo se los puso
debajo del brazo. Abrió la puerta y salió . Adiós, hasta el martes.
Ciao.
El joven se quedó en el estudio y continuó pintando. La habitación era
bastante grande y estaba llena de libros y fotografías de cuadros de otros
pintores. Antes de imitar a un pintor, el joven estudiaba siempre de forma
sistemática y durante mucho tiempo su técnica, e incluso su caracter y sus
costumbres.
Su habilidad era admirable. Estaba tan seguro de ella, que se divertía
llevando sus cuadros a los expertos mas conocidos del país. Muchos de ellos
usaban lupa o algun aparato sofisticado. No servía para nada. Ninguno sospechó
jamás que se trataba de cuadros falsificados. ¡Hombre! Se ve a simple vista que
es un Picasso de los años veinte. Es una obra extraordinaria le decían , o
No hay duda ninguna: es un Juan Gris como una catedral. Yo diría que de los
    10. EL PINTOR
    — Vamos a ver: tres Picassos, dos Dalís y un Miró. <¿Es todo?
    — Sí. Es lo que me encargaron. ¿Los tienes?
    El joven sacó los cuadros de un armario y se los entregó al viejo.
    — Toma. ¡Cuidado! —dijo, un poco nervioso.
    — ¿Qué pasa, tío?. ¿No están bien secos? — preguntó el viejo.
    — Claro que están secos, hombre. Los pinté hace más de seis meses.
    — Te han quedado estupendos. ¡Qué tío eres! ¡Es imposible ver que no son
auténticos!
    — ¡Ha hablado el experto!
    El viejo no le hizo caso. Envolvió los cuadros con cuidado.
    — Esta acuarela de Miró es preciosa — dijo mientras la envolvía.
    — Puede ser que sea preciosa, pero desde luego no es una acuarela. Es un
gouache — dijo el joven irritado —. Bueno, tengo que terminar el cuadro de
Juan Gris.
    — Ya me voy — Los cuadros no eran muy grandes y el viejo se los puso
debajo del brazo. Abrió la puerta y salió —. Adiós, hasta el martes.
    — Ciao.
    El joven se quedó en el estudio y continuó pintando. La habitación era
bastante grande y estaba llena de libros y fotografías de cuadros de otros
pintores. Antes de imitar a un pintor, el joven estudiaba siempre de forma
sistemática y durante mucho tiempo su técnica, e incluso su caracter y sus
costumbres.
    Su habilidad era admirable. Estaba tan seguro de ella, que se divertía
llevando sus cuadros a los expertos mas conocidos del país. Muchos de ellos
usaban lupa o algun aparato sofisticado. No servía para nada. Ninguno sospechó
jamás que se trataba de cuadros falsificados. ¡Hombre! Se ve a simple vista que
es un Picasso de los años veinte. Es una obra extraordinaria — le decían —, o
No hay duda ninguna: es un Juan Gris como una catedral. Yo diría que de los
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