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Las cinco personas comen y conversan. Son de Madrid y han venido a
Aranjuez para visitar el palacio, que se empezó a construir en tiempos de Felipe II,
y los magníficos jardines con sus famosas fuentes. Toman café descafeinado. Los
dos ancianos toman una copita de jerez dulce y, después, se levantan y se van.
Al cabo de un rato llega el camarero con la cuenta. El militar la examina y
protesta:
— Oiga, que nosotros sólo somos tres y aquí nos cobra usted cinco menús...
y una botella de cava.
— ¿Cómo tres? ¿Y sus padres?
— ¿Mis padres? ¡Mis padres están en Sevilla!
— Pero, ¿y aquella señora con el cabello blanco y aquel señor?
— Ah, no son familiares nuestros. No sabemos quiénes son. No los
conocemos. Nos han ofrecido su mesa, pero nada mas...
— Vamos, hombre —exclama el camarero—. ¡Sí que la he hecho buena! Se
han ido sin pagar. ¡Qué cara más dura!.
El camarero le da una nueva cuenta. El señor paga y sale del restaurante con
su esposa y su hija. No muy lejos de allí tienen aparcado el coche. Entran en él
y, en el asiento de detrás, están los dos viejos.
— Bueno, papás —dice el militar—, ya habéis estado en Aranjuez. Ahora
tenemos que volver a la residencia, que ya es tarde.
— Yo, el próximo fin de semana, quiero ir a Toledo —dice el abuelo.
— Es verdad. Allí aún no hemos estado —dice la abuela—. Y faltan sólo
tres días para mi cumpleaños. Entonces tenemos que ir también a Segovia.
— A ver el acueducto.
— Y a comer en el mesón de Cándido, que tienen un cordero asado
estupendo.
1. En seguida; inmediatamente
2. ¡Qué desastre! He hecho una cosa muy mala.
3. ¡Qué inmorales! ¡Qué sinvergűenzas!
Las cinco personas comen y conversan. Son de Madrid y han venido a
Aranjuez para visitar el palacio, que se empezó a construir en tiempos de Felipe II,
y los magníficos jardines con sus famosas fuentes. Toman café descafeinado. Los
dos ancianos toman una copita de jerez dulce y, después, se levantan y se van.
Al cabo de un rato llega el camarero con la cuenta. El militar la examina y
protesta:
— Oiga, que nosotros sólo somos tres y aquí nos cobra usted cinco menús...
y una botella de cava.
— ¿Cómo tres? ¿Y sus padres?
— ¿Mis padres? ¡Mis padres están en Sevilla!
— Pero, ¿y aquella señora con el cabello blanco y aquel señor?
— Ah, no son familiares nuestros. No sabemos quiénes son. No los
conocemos. Nos han ofrecido su mesa, pero nada mas...
— Vamos, hombre —exclama el camarero—. ¡Sí que la he hecho buena! Se
han ido sin pagar. ¡Qué cara más dura!.
El camarero le da una nueva cuenta. El señor paga y sale del restaurante con
su esposa y su hija. No muy lejos de allí tienen aparcado el coche. Entran en él
y, en el asiento de detrás, están los dos viejos.
— Bueno, papás —dice el militar—, ya habéis estado en Aranjuez. Ahora
tenemos que volver a la residencia, que ya es tarde.
— Yo, el próximo fin de semana, quiero ir a Toledo —dice el abuelo.
— Es verdad. Allí aún no hemos estado —dice la abuela—. Y faltan sólo
tres días para mi cumpleaños. Entonces tenemos que ir también a Segovia.
— A ver el acueducto.
— Y a comer en el mesón de Cándido, que tienen un cordero asado
estupendo.
1. En seguida; inmediatamente
2. ¡Qué desastre! He hecho una cosa muy mala.
3. ¡Qué inmorales! ¡Qué sinvergűenzas!
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