Leamos en Espanol. Крючкова В.В. - 52 стр.

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D. Cuente la historia.
Un amigo de Augusto va a la misma fiesta у no comprende por qué Augusto
lleva traje oscuro. Augusto le cuenta todo lo que ha pasado. ¿Qué le dice?
13. EL DONATIVO
Niños, ¡venid a comer! grita la madre desde la puerta de la cocina,
hacia el otro extremo del pasillo, donde ella supone que están sus dos hijos.
La puerta de la entrada de la casa, donde acaba el pasillo, tiene abierta una
de las hojas de madera. La madre dice, en el mismo tono:
Y cerrad la puerta, que entran moscas. Poned la mesa, por favor.
Entra uno de los niños, Alfredo. Lleva pantalomes cortos azul marino,
camiseta de anchas rayas horizontales del mismo color sobre un fondo blanco, у
el pelo muy corto, peinado hacia delante.
¿Dónde está Roberto? pregunta la madre al ver solo a uno de los
hermanos . Siempre llega tarde. Dile que la comida se enfría.
Está en su cuarto con el ordenador, Está haciendo los deberes, creo. Ahora
viene Alfredo entra en la cocina para ayudar a su madre a poner la mesa.
¿Dónde está el salvamanteles? pregunta el niño . No lo veo.
No lo pongas, no hace falta. Pon los platos hondos y llanos.
¿Sopa otra vez? protesta Alfredo.
No te quejes. Es una sopa de fideos muy buena. Pon los cubiertos. Saca
la jarra del agua también.
Llaman a la puerta. Se oye el timbre, un sonido corto e inseguro. Alfredo
deja la fuente con la ensalada sobre la mesa del comedor y corre hacia la
entrada. Abre con dificultad la pesada puerta de madera maciza.
¡Mamá, un señor que viene a pedir dinero para la Cruz Roja! grita
desde el fondo del pasillo, antes de llegar a la cocina.
Dale doscientas pesetas. Toma la madre ha dejado la olla en el
aparador del comedor. De debajo del delantal saca un monedero y le da dos
    D. Cuente la historia.
    Un amigo de Augusto va a la misma fiesta у no comprende por qué Augusto
lleva traje oscuro. Augusto le cuenta todo lo que ha pasado. ¿Qué le dice?


    13. EL DONATIVO
    — Niños, ¡venid a comer! — grita la madre desde la puerta de la cocina,
hacia el otro extremo del pasillo, donde ella supone que están sus dos hijos.
    La puerta de la entrada de la casa, donde acaba el pasillo, tiene abierta una
de las hojas de madera. La madre dice, en el mismo tono:
    — Y cerrad la puerta, que entran moscas. Poned la mesa, por favor.
    Entra uno de los niños, Alfredo. Lleva pantalomes cortos azul marino,
camiseta de anchas rayas horizontales del mismo color sobre un fondo blanco, у
el pelo muy corto, peinado hacia delante.
    — ¿Dónde está Roberto? — pregunta la madre al ver solo a uno de los
hermanos —. Siempre llega tarde. Dile que la comida se enfría.
    — Está en su cuarto con el ordenador, Está haciendo los deberes, creo. Ahora
viene — Alfredo entra en la cocina para ayudar a su madre a poner la mesa.
    — ¿Dónde está el salvamanteles? — pregunta el niño —. No lo veo.
    — No lo pongas, no hace falta. Pon los platos hondos y llanos.
    — ¿Sopa otra vez? — protesta Alfredo.
    — No te quejes. Es una sopa de fideos muy buena. Pon los cubiertos. Saca
la jarra del agua también.
    Llaman a la puerta. Se oye el timbre, un sonido corto e inseguro. Alfredo
deja la fuente con la ensalada sobre la mesa del comedor y corre hacia la
entrada. Abre con dificultad la pesada puerta de madera maciza.
    — ¡Mamá, un señor que viene a pedir dinero para la Cruz Roja! — grita
desde el fondo del pasillo, antes de llegar a la cocina.
    — Dale doscientas pesetas. Toma — la madre ha dejado la olla en el
aparador del comedor. De debajo del delantal saca un monedero y le da dos
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