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monedas al niño. Después, mientras la madre sirve la sopa con un gran
cucharón, los niños se sientan y empiezan a comer.
— No hagáis ruido. ¿No podéis comer como las personas, con la boca
cerrada? Y comed despacio.
Al día siguiente, después de la comida, los niños quitan la mesa. La madre
se ha quedado sentada junto a la mesa camilla, con una taza de café y mira
distraída la televisión. Suena el timbre y Alfredo entra en el comedor.
— Mamá, un hombre que viene a pedir dinero — dice el niño.
— ¿Es el mismo de ayer? ¿Es para la Cruz Roja? — pregunta ella mientras
busca el monedero debajo del delantal. La respuesta determinará la cuantía del
donativo.
— No, es otro. Dice que es para los niños de África — contesta el niño.
— Toma — la madre le entrega dos monedas de veinte duros —. No lo
entiendo. Siempre que llega la Fiesta Mayor, aparece por el pueblo un montón
de gente que pide dinero.
Unos días más tarde llaman a la puerta. Como de costumbre, se oye un
sonido corto, tímido. Alfredo abre la puerta y corre hacia su madre.
— ¡Mamá, un señor que pide un donativo!... — grita. No puede acabar la
frase. Casi choca con su madre y se sorprende. Ella no está en la cocina como él
ha pensado. La madre está a dos pasos de la puerta de la entrada. Mientras
busca el monedero en el bolsillo, debajo del delantal, se acerca a la puerta y
asoma la cabeza para saludar al hombre.
— ¿Cómo? — grita sorprendida y furiosa —. ¡Qué sinverguenzas! — allí
no había ningún hombre. Estaba solo Roberto, asustado, esperando «el
donativo». Tenía todavía la mano levantada junto al timbre. El niño se quedó
quieto, de piedra, cuando vió la cabeza de su madre que asomaba por la puerta.
1. La cantidad de dinero que va a dar.
2. Fiesta popular, que en algunos pueblos se celebra todos los años.
3. Mucha; una gran cantidad.
monedas al niño. Después, mientras la madre sirve la sopa con un gran cucharón, los niños se sientan y empiezan a comer. — No hagáis ruido. ¿No podéis comer como las personas, con la boca cerrada? Y comed despacio. Al día siguiente, después de la comida, los niños quitan la mesa. La madre se ha quedado sentada junto a la mesa camilla, con una taza de café y mira distraída la televisión. Suena el timbre y Alfredo entra en el comedor. — Mamá, un hombre que viene a pedir dinero — dice el niño. — ¿Es el mismo de ayer? ¿Es para la Cruz Roja? — pregunta ella mientras busca el monedero debajo del delantal. La respuesta determinará la cuantía del donativo. — No, es otro. Dice que es para los niños de África — contesta el niño. — Toma — la madre le entrega dos monedas de veinte duros —. No lo entiendo. Siempre que llega la Fiesta Mayor, aparece por el pueblo un montón de gente que pide dinero. Unos días más tarde llaman a la puerta. Como de costumbre, se oye un sonido corto, tímido. Alfredo abre la puerta y corre hacia su madre. — ¡Mamá, un señor que pide un donativo!... — grita. No puede acabar la frase. Casi choca con su madre y se sorprende. Ella no está en la cocina como él ha pensado. La madre está a dos pasos de la puerta de la entrada. Mientras busca el monedero en el bolsillo, debajo del delantal, se acerca a la puerta y asoma la cabeza para saludar al hombre. — ¿Cómo? — grita sorprendida y furiosa —. ¡Qué sinverguenzas! — allí no había ningún hombre. Estaba solo Roberto, asustado, esperando «el donativo». Tenía todavía la mano levantada junto al timbre. El niño se quedó quieto, de piedra, cuando vió la cabeza de su madre que asomaba por la puerta. 1. La cantidad de dinero que va a dar. 2. Fiesta popular, que en algunos pueblos se celebra todos los años. 3. Mucha; una gran cantidad. 53
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