Leamos en Espanol. Крючкова В.В. - 82 стр.

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joven con la cabeza rapada y, por último, a la ventanilla. «E1 joven, furioso por
los insultos de la señora, había cogido el bolso y lo había tirado por la
ventanill, pensé.
El señor del traje azul se levantó, salió del compartimento y, pasado un rato,
entró con un guardia.
¡Éste es! dijo el señor al guardia, señalando al joven con el dedo. El
joven protestó:
¡Qué va! Se equivoca usted. Yo no he hecho nada.
Venga conmigo dijo el guardia al joven . Le Tengo que hacer
algunas preguntas.
El tren se paró en una estación. Nosotros nos preparamos para salir del
compartimento. Yo iba detras del señor del traje azul. En la mano izquierda
llevaba su maleta. «Ya no se oyen los golpes de la hebilla»pensé. «En su
mano derecha lleva una maleta pequeña y su gran neceser, que coge con
dificultad».
De pronto lo comprendí todo.
¡¡Alto!! grité, señalando con el dedo al señor vestido de azul, que iba
delante de mí . ¡Detengan a este señor! ¡Es el ladrón!
El guardia obligó al señor a abrir sus maletas. Efectivamente, allí estaba el
bolso de cocodrilo de la señora.
Pero, ¿cómo lo sabía usted? me preguntó la señora.
Muy fácil le contesté . Antes de entrar en el túnel la hebilla
golpeaba la maleta. Cuando salimos del túnel no se oía la hebilla. ¡El tirante
ya no cuelga fuera de la maleta! Esto quiere decir que el señor ha abierto otra
vez la maleta en la oscuridad, cuando estabamos en el túnel.
Tiene razón. ¡Qué inteligente! dijo la señora.
Hay otro detalle dije yo . Nuestro amigo no volvió a poner el
neceser en la maleta, aunque es evidente que le resultaba muy incómodo
llevarlo. Claro, ¡no quería abrir la maleta delante de nosotros! Sólo había una
joven con la cabeza rapada y, por último, a la ventanilla. «E1 joven, furioso por
los insultos de la señora, había cogido el bolso y lo había tirado por la
ventanilla», pensé.
    El señor del traje azul se levantó, salió del compartimento y, pasado un rato,
entró con un guardia.
    — ¡Éste es! — dijo el señor al guardia, señalando al joven con el dedo. El
joven protestó:
    — ¡Qué va! Se equivoca usted. Yo no he hecho nada.
    — Venga conmigo — dijo el guardia al joven —. Le Tengo que hacer
algunas preguntas.
    El tren se paró en una estación. Nosotros nos preparamos para salir del
compartimento. Yo iba detras del señor del traje azul. En la mano izquierda
llevaba su maleta. «Ya no se oyen los golpes de la hebilla» —pensé—. «En su
mano derecha lleva una maleta pequeña y su gran neceser, que coge con
dificultad».
    De pronto lo comprendí todo.
    — ¡¡Alto!! — grité, señalando con el dedo al señor vestido de azul, que iba
delante de mí —. ¡Detengan a este señor! ¡Es el ladrón!
    El guardia obligó al señor a abrir sus maletas. Efectivamente, allí estaba el
bolso de cocodrilo de la señora.
    — Pero, ¿cómo lo sabía usted? — me preguntó la señora.
    —Muy fácil — le contesté —. Antes de entrar en el túnel la hebilla
golpeaba la maleta. Cuando salimos del túnel no se oía la hebilla. ¡El tirante
ya no cuelga fuera de la maleta! Esto quiere decir que el señor ha abierto otra
vez la maleta en la oscuridad, cuando estabamos en el túnel.
    — Tiene razón. ¡Qué inteligente! — dijo la señora.
    — Hay otro detalle — dije yo —. Nuestro amigo no volvió a poner el
neceser en la maleta, aunque es evidente que le resultaba muy incómodo
llevarlo. Claro, ¡no quería abrir la maleta delante de nosotros! Sólo había una
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