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21
voz véase b o z
POEMA DEL MIO CID
1
[El Cid convoca a sus vasallos, estos se destierran
con él]
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio cómo estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Suspira el Cid porque va de pesadumbre cargado.
Y habló, como siempre habla, tan justo y tan mesurado:
"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados".
2
[Agüeros en el camino de Burgos]
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
"¡Á nimo, Alvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella!"
3
[El Cid entra en Burgos]
Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró,
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
21 voz véase b o z POEMA DEL MIO CID 1 [El Cid convoca a sus vasallos, estos se destierran con él] Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando; hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos. Vio cómo estaban las puertas abiertas y sin candados, vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos, sin halcones de cazar y sin azores mudados. Suspira el Cid porque va de pesadumbre cargado. Y habló, como siempre habla, tan justo y tan mesurado: "¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto! Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados". 2 [Agüeros en el camino de Burgos] Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas. Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra, pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda. Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza: "¡Á nimo, Alvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan, pero cargados de honra hemos de volver a ella!" 3 [El Cid entra en Burgos] Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró, Sesenta pendones lleva detrás el Campeador. Todos salían a verle, niño, mujer y varón,