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José. Es la víctima, el pobre que osa defender su dignidad y recibe por ello
su castigo. El ó rden establecido no debe ser quebrantado.
Don José es alguien importante dentro de ese pequeño mundo, alguien
que ha de ser respetado: tiene dinero y deja ganancias a la casa. Los dos amigos
son simples comparsas.
El juicio de la situación lo hace el narrador al destacar el enorme valor
que para el violinista tienen esos ocho duros que don José desprecia. La
crítica adquiere dimensiones sociales con la apostilla final: seguramente, habría
otros que aún se defendían con menos.
EL LEXICO.
El vocabulario es un aspecto fundamental en la caracterización del
discurso. Su selecció n y uso han de estar de acuerdo con el talante del propio
texto, la situación que plantea, los personajes, etc.
En este caso se trata de una charla de café entre amigos, por lo que el
léxico, aun sin vulgarismos, es eminentemente coloquial, con predominio del
sustantivo concreto. Incluso cuando toma la palabra el narrador, se mantiene
una tónica similar, ya que no intenta elevarse en este sentido sobre los
personajes. Si algo distingue a éstos es el empleo de frases hechas de tipo
coloquial: Lo que yo digo, para casa todo, menos una bofetada; despué s de
todo; menos da una piedra, así como una mayor pobreza y cierta tendencia a la
reiteració n: Verdaderamente... é sa es la verdad... eso tambié n es verdad.
Las formas de tratamiento y apelación sirven para caracterizar a los
personajes. El propio narrador les coloca una etiqueta social al aludir a uno de
ellos como Don José Rodríguez de Madrid: tratamiento de importancia seguido
del nombre y los apellidos. También los amigos lo llaman don José . Su
oponente es, en cambio, el violinista; ni siquiera se nos informa de su nombre.
La iteració n del sintagma ocho duros constituye la clave lexico-semá ntica
del texto, puesto que, como ya hemos indicado, el valor que tiene para cada uno
de ellos marca la distancia entre sus respectivas posiciones econó micas.
PLANO FONETICO.
Nada hay en el texto que se aparte de lo normativo desde el punto de vista
fó nico. No se transcriben anomalías en el uso de los fonemas que pudieran
apuntar a una competencia lingűística de los hablantes muy baja (vulgarismos),
ni a un origen regional determinado (dialectismos).
Sin embargo, el suprasegmento entonativo establece una clara diferencia
entre la parte narrativa y la dialogada. La primera en todo momento
enunciativa, mientras que las funciones expresiva y conativa, frecuentes en el
diá logo, hacen que la segunda presente una entonación mucho más variada. En
efecto, existen cuatro exclamaciones, tres de ellas interjectivas, y una
interrogació n retó rica, a las que hay que añadir la entonación abierta de la
última frase de don José. Ello es muestra de un intercambio de mensajes
bastante trivial, tendente má s a lo expresivo que a lo informativo.
15 José. Es la víctima, el pobre que osa defender su dignidad y recibe por ello su castigo. El órden establecido no debe ser quebrantado. Don José es alguien importante dentro de ese pequeño mundo, alguien que ha de ser respetado: tiene dinero y deja ganancias a la casa. Los dos amigos son simples comparsas. El juicio de la situación lo hace el narrador al destacar el enorme valor que para el violinista tienen esos ocho duros que don José desprecia. La crítica adquiere dimensiones sociales con la apostilla final: seguramente, habría otros que aún se defendían con menos. EL LEXICO. El vocabulario es un aspecto fundamental en la caracterización del discurso. Su selección y uso han de estar de acuerdo con el talante del propio texto, la situación que plantea, los personajes, etc. En este caso se trata de una charla de café entre amigos, por lo que el léxico, aun sin vulgarismos, es eminentemente coloquial, con predominio del sustantivo concreto. Incluso cuando toma la palabra el narrador, se mantiene una tónica similar, ya que no intenta elevarse en este sentido sobre los personajes. Si algo distingue a éstos es el empleo de frases hechas de tipo coloquial: Lo que yo digo, para casa todo, menos una bofetada; después de todo; menos da una piedra, así como una mayor pobreza y cierta tendencia a la reiteración: Verdaderamente... ésa es la verdad... eso también es verdad. Las formas de tratamiento y apelación sirven para caracterizar a los personajes. El propio narrador les coloca una etiqueta social al aludir a uno de ellos como Don José Rodríguez de Madrid: tratamiento de importancia seguido del nombre y los apellidos. También los amigos lo llaman don José. Su oponente es, en cambio, el violinista; ni siquiera se nos informa de su nombre. La iteración del sintagma ocho duros constituye la clave lexico-semántica del texto, puesto que, como ya hemos indicado, el valor que tiene para cada uno de ellos marca la distancia entre sus respectivas posiciones económicas. PLANO FONETICO. Nada hay en el texto que se aparte de lo normativo desde el punto de vista fónico. No se transcriben anomalías en el uso de los fonemas que pudieran apuntar a una competencia lingűística de los hablantes muy baja (vulgarismos), ni a un origen regional determinado (dialectismos). Sin embargo, el suprasegmento entonativo establece una clara diferencia entre la parte narrativa y la dialogada. La primera en todo momento enunciativa, mientras que las funciones expresiva y conativa, frecuentes en el diálogo, hacen que la segunda presente una entonación mucho más variada. En efecto, existen cuatro exclamaciones, tres de ellas interjectivas, y una interrogación retórica, a las que hay que añadir la entonación abierta de la última frase de don José. Ello es muestra de un intercambio de mensajes bastante trivial, tendente más a lo expresivo que a lo informativo.
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